Corría el año 1994. Terminaba 8º de EGB y como mandaba la tradición, llegaba el viaje de fin de curso. Tenía 14 años y algunos de mis compañeros ya no continuarían sus estudios, era una despedida en toda regla. Destino: Andorra. Y no, no porque fuéramos Youtubers, te recuerdo que no existía Internet, pero sí existía Nintendo (luego te lo explico).
¿Por qué Andorra? Porque era el paraíso de las compras. Todos los españolitos de bien, tarde o temprano cogían su coche y ponían rumbo a Andorra para hacerse con algunos bienes a muy buen precio y surtir a toda la familia. Incluso se organizaban viajes a tal efecto. Uno de los productos más demandados de Andorra por su buen precio era…el queso. Otro de los productos que también recuerdo te encargaba toda la familia eran cartones de tabaco.
Pero yo tenía una misión. Una misión y 15.000 pesetas. Una fortuna. Mi madre nunca quiso comprarme una consola. Bueno, la consola. Hablamos de la NES con su Mario Bros incluido. Es cierto que yo tenía un ordenador personal (era un privilegiado) y además estudiaba informática (lenguaje de programación BASIC), pero es que era el puto Mario Bros. Y sobre todo era enchufar y jugar. Y encima, cada vez que iba a casa de mi amigo Rafa Moreno, allí la tenía, sin hacerle mucho caso. Y ya eran tres cosas las que le envidiaba (sanamente, pues quise y quiero mucho a Rafa), a saber:
El Cinexin (hablamos de 1986, aproximadamente).
El magnífico Master del Universo Ran-Man (esto da para otra entrada en el blog).
La Nintendo.
*Creo que también tenía un tocadiscos de vinilo y recuerdo escuchar en su casa “Para bailar la bamba”, pero la música nunca me ha interesado (mal hecho, luego también te cuento).
Pues bien, llegamos después de unas 10 horas de autobús a Andorra y nos dieron tiempo libre hasta la cena (creo que habíamos salido sobre las 6 de la mañana). Andorra era una calle larga, larga, llena de comercios en las dos aceras. Nada más. Así que empezó la caza, recorrer las tiendas y encontrar la mejor oferta. Mis amigos y yo fuimos recorriéndolas y fijándonos en todos los detalles. Recuerdo que teníamos 14 años. Yo les comentaba a los comerciantes que volveríamos, que veníamos de Alicante con mucho cash y que íbamos a estar dos días por allí. Tras el primer vistazo, tocaba volver al hotel.
En el hall del hotel nos reunió el jefe de Estudios y nos dio una seria advertencia: “no digáis que venís de Alicante porque os tomarán el pelo, si os cuelan algo defectuoso sabrán que no habrá manera de que reclaméis”. Tarde.
Pero bueno, la Game Boy, para disgusto de mi madre, estaba dispuesto a comprarla (también compré queso y tabaco para compensar). Era la primera consola portátil de la historia. Podría jugar tumbado en la cama ¿te imaginas? Y, sí, la compré. Y un juego de robots. Y mi amigo Miguel, también se la compró y también se compró el mismo juego. Yo le insistí que se comprara otro y así los cambiáramos cuando nos los pasásemos. No entró en razones 😊.
El caso es que años después mi hermano pequeño me perdió la Game Boy. Es cierto que yo estaba en el instituto y apenas jugaba. Dedicaba todo el tiempo a estudiar y apenas la utilizaba. No le di mayor importancia. Pues mira lo que te digo, todo lo retro tiene un gran valor a día de hoy. Pero entonces no sabíamos bien lo que teníamos entre manos. Y cuando se rompía o simplemente hacías limpieza, pues algo que ahora podría reportarte miles de euros, acababa en el contenedor de basura.
Acabo de comprarme estos días de nuevo la Game Boy (bendito Wallapop), por pura nostalgia al escribir este artículo. La original, nada de la Game Boy Color ni otras. Me ha costado 75 euros. O sea que llevo gastados en mi vida en Game Boys 15.000 pesetas + 75 euros. Haz cuentas.
Consejo económico: No tires tus juguetes, tus cartas Pokémon ni por supuesto, tus playstations. Algún día tendrán mucha cotización, y más ahora que nos movemos hacia lo virtual, y en el futuro tener algo físico entre las manos tendrá un valor incalculable. Por ejemplo, el FIFA 23 en su edición en físico, por ser el último con el nombre FIFA (Ahora EA Sports FC), acuérdate de lo que te digo 😉.